El perdón que libera.

Dije en la entrada de bienvenida al blog, que era mejor no hablar «de política». Y lo dije porque creo que hemos perdido el «sentido político» de nuestras vidas, convirtiendo el trajín cotidiano de las noticias políticas, en auténtico desánimo, cuando no en cólera. Exactamente lo contrario que persigue este blog!

Por eso, a pesar de que esta entrada se enmarca dentro de la política española, yo me quiero centrar solo en la parte positiva de su contenido: el valor liberador del perdón. Y desde luego, no tiene nada de opinión política.

Aparece en un diario que leo en Barcelona. Como que este medio es de los pocos que aún hace pagar para leer sus noticias en la red, no puedo publicar su link. Pero sí me puedo referir a él sin dar ningún nombre.

La noticia se enmarca en el País Vasco y se refiere a la postura reconciliadora y de perdón por parte de cuatro personas diferentes, todas ellas, víctimas del terror que durante años se vivió en esa Comunidad. La primera de ellas, hijo de un concejal asesinado, dice textualmente: «Empecé a vivir de nuevo el día que dejé de odiar». La segunda, viuda de un asesinado, afirma: «El odio no me lo devolverá». El tercero, herido en un atentando, dice: «No tengo ni odio ni rencor, no me sirve». Esta persona se entrevistó con quienes quisieron matarle, en la cárcel, y se creyó su arrepentimiento. Por último, una víctima del atentado de Hipercor, en Barcelona, recibió una carta de uno de los causantes de aquella masacre, encarcelado, donde le reconocía el daño causado. Él afirma ahora: «El día que tenga que ir a la cárcel a verlo, iré. No tengo ningún problema».

Más allá de la política, me interesa la condición humana y nuestra forma de ser. Curiosamente ninguna de estas cuatro personas pertenece a ningún movimiento oficial de víctimas; ni hacen ruido; ni alardean; y han tenido el pudor de manejar su dolor desde la intimidad, sin dejarse manipular por nadie. Ahora no. Ahora se trata de perdonar, y dan la cara y se dejan entrevistar. Hacen público el perdón, el fin del odio y la apuesta por la reconciliación. Me admira su valor y su entereza. Y me esperanza que las personas normales, los de a pie, los anónimos, digan cosas tan bonitas y esenciales como «aceptaría el perdón de los que mataron a mi padre».

Es como para reflexionar. A cuantos seguimos siendo positivos y creyendo en las personas, esta noticia no puede más que hacernos felices y reforzar nuestra apuesta por la condición humana. Estas cuatro personas me han dado mi lección de hoy.

Salud!

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