Falso optimismo.

Pilar Rahola es una periodista que escribe cada día en La Vanguardia. Es conocida por su vehemencia. A menudo insulta sin piedad a quienes no piensan como ella y, a pesar de que escribe muy bien (a mi me gusta su estilo literario), y que coincido con ella en algunas de sus opiniones y puntos de vista (en bastantes, por cierto), en otras, me causa un cierto rechazo su intransigencia y su facilidad para descalificar a cualquiera y hacer una demagogia populista y barata. Estas personas que se sienten tan superiores y con tantas capacidades como para descalificar sistemáticamente a todos los que no comulgan con su ideario, han dejado un triste recuerdo en la historia de la humanidad. Y a efectos de lo que hablamos, una pluma puede ser tan peligrosa  como un arma. Un periodista, como un soldado.

La Sra. Rahola tiene su ideología, como todos, y como tantos otros periodistas de uno y otro color, que escriben a diario sin la necesidad perentoria de insultar al que no mantiene el mismo credo político, religioso, moral o social.

Pero yo no quería hablar exactamente de esto en esta entrada. Quería que se publicara en mi blog un artículo de la Sra. Rahola. En él se puede ver lo que es el falso optimismo. Pilar Rahola hace visita zoológica al «maravilloso mundo de los optimistas». Lo que ella llama, en su habitual tono de superioridad despectiva, «la islita». Dice que va «saltando de isla a isla». Es muy interesante leerlo, porque uno aprende exactamente lo que NO es el optimismo NI la actitud positiva. Precisamente lo que se aprende es cómo una persona negativa entiende y ve el optimismo. Es muy aleccionador porque nosotros, los optimistas, tomamos muy buena nota de lo que NO debe hacerse, y de cómo NO debe interpretarse el optimismo.

Cuánta gente como ella ve el positivismo y el optimismo como una especie de comuna de gente «guais» que hace  «cosas bonitas». Ahora una monjita…. ahora una oenegé… ahora un baile solidario. Lo dicho: una «islita». Un sitio donde refugiarse unos minutos, entre tanta miseria, tanta crisis, y tantos problemas «de los de verdad» que tiene el país (en el artículo se llega a decir que lo de ir de isla en isla, es una especie de «ejercicio infantil»). Y es que no se entiende nada de la valentía que se necesita para apostar sinceramente por el ser humano libre; libre de tanto dolor como el que  tantos medios generan cada día. No. Dijimos que no, y no pensamos transigir. No daremos ni un paso atrás, y seguiremos actuando como personas positivas y optimistas. Ustedes mientras tanto, gasten tinta en dolor. O en visititas zoológicas a las «islitas». Parece que eso sí vende.

Nosotros lo vemos como una forma de vida; como un compromiso para con las personas; como una apuesta valiente para desterrar el negativismo y el insulto permanente. No somos una «islita»! Somos personas que creen en el ser humano. Y como norma, las personas de verdad, las personas valientes y respetuosas, no insultamos a los demás. Al revés, apostamos por ellos.

Salud!

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