De bodas y cumpleaños.

Bueno: he debido esperar una semana para que las emociones derivadas de la boda Pol y de mi hija Bea,  se calmaran un poco y pudiera escribir con el sosiego que esta entrada merece, porque quiero compartir en el blog varias cosas buenas y bonitas.

La primera de ellas, es que en medio de este marasmo que nos está tocando vivir, entre tanta cara larga, tantos mediocres mandando y tantos deprimidos obedeciendo, tanto pesimismo generalizado y tanta falta de entereza y optimismo, una pareja se toma de la mano, sonríe, se declara su amor en público y se comprometen a respetarse durante toda la vida. La palabra clave de este párrafo es compromiso. Y Bea y Pol se han comprometido ante todos los que les queremos, que por cierto, somos muchos. Ya en la Iglesia, cuando me tocó leer, pedí un aplauso de reconocimiento a ese compromiso y el valor que lleva implícito. Y la ermita se llenó de un sincero y emocionante aplauso!

La segunda es una referencia a la fraternidad. Mi otra hija, Claudia, se implicó en esta boda como si fuera la suya. Se ha desvivido para que las cosas salieran bien. Ha ayudado a su hermana en todo lo que le ha sido posible y ha puesto toda la carne en el asador. Nada hay más bonito que dos hermanos que se quieren. Y yo puedo escribir con orgullo y felicidad que Claudia se merece este párrafo de reconocimiento; y alguno más!

La tercera es un comentario acerca de la amistad y las personas buenas que nos acompañaron el día 30 de Junio. Con familia y amigos, pudimos crear un clima de complicidad y relajo que hizo que el ambiente fuera feliz y optimista. Bea y Pol recibieron un montón de cariño y buenas vibraciones, porque los invitados fueron excelentes sin excepción. La amistad y el cariño desbordaron la reunión. Y se creó un ambiente de esos que curan, porque te llenan el alma. La reunión fue también un homenaje a la amistad y al cariño de la familia. No hay palabras para agradecerlo, ni literatura suficiente para describirlo bien.

Aunque la mujer que con seguridad fue más feliz ese día, fue Marga, quien vio recompensado su esfuerzo de meses para que todo saliera como se había pensado. Un besazo Marga, más que merecido, desde este blog!

Y para acabar; ese 30 de junio, era mi cumpleaños! 55 años con el mejor regalo que un padre puede recibir. Tuve mi mini pastelito en los postres. Pero eso es lo de menos. Fue el mejor cumpleaños de mis últimos 55, que yo recuerde!

La vida es un regalo que no podemos desperdiciar. Mañana será mejor que hoy y es fantástico pensar que la plenitud nunca llega. Siempre queda recorrido para ser feliz!…. Y optimista!!

Salud!

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