Eleonas Refugees Camp. Grecia.

Cuando uno traspasa la reja metálica de la entrada, se sumerge en una enorme prisión, cuyos reos son inocentes; para empezar, la mitad son niños.

Familias enteras viven en cubículos del tamaño de un contenedor. Estamos a 40 grados, pero no todos tienen aire acondicionado; ni mucho menos. No hay tendederos. No tienen salida de humo. El campo está plagado de estas «viviendas», lo que reviste de uniformidad casi militar la vida de dos mil personas de unas 20 nacionalidades distintas. No hay médico. Repito: no hay médico.

Para unos 700 niños, existe en el campo un minúsculo tobogán y un solo columpio de dos plazas: algún ingeniero los colocó al sol. Están siempre vacíos.

Los adultos deambulan por el campo. Son la seriedad y la dignidad. Cruces de miradas rápidas que te dicen en silencio: «tu no sabes lo que yo he visto» y tu respondes callado, «qué puedo hacer para paliar tanto dolor»… Poca sonrisa y mucha mirada de incertidumbre. No hay futuro. No pueden regresar. Pero tampoco pueden viajar. Son apátridas inocentes víctimas de una Europa vergonzante y cínica, y de una guerra que han organizado unas cuantas empresas de armamento, financiadas por nuestros gobiernos. También el de España.

Los niños siempre gritan y siempre sonríen. En todo el planeta. Pero en este caso, tras las sonrisas, se lee el miedo; y un enfado con la vida que se traduce en constantes brotes de violencia aparentemente infantil, pero que se convierten en un auténtico peligro para la integridad de los chavales. Otro ingeniero (ignoramos si es el mismo cateto que puso los columpios al sol) llenó el campo de piedras y estos niños extra violentos, las utilizan en sus peleas. A veces se las lanzan. A veces las quieren utilizar como «arma» contra el otro. Para colmo, se mezcla la pataleta infantil, con un profundo odio xenófobo, aprendido en sus respectivos países: sirios contra afganos, afganos contra paquistaníes, paquistaníes contra iraníes…los niños replican los que ven y oyen. Y Eleonas es un triste ejemplo. Los voluntarios detenemos cada día decenas de esas peleas infantiles tan peligrosas y que evidencian el estado psicológico de estos pobres chavales.

Cuando a estos niños les damos cariño, abrazos, besos, la mano, la escucha y la atención, cambian radicalmente y gestionan su miedo, su odio y su dolor de forma exageradamente cariñosa. Y ya no se nos separan. Un buen grupo de ellos, «vive» literalmente, en la oficina del voluntariado, que no es más que otro contenedor. Solo que alegre!

Esta situación es la peor injusticia que he visto nunca (y he visto unas cuantas). Los voluntarios somos seres humanos y, aunque tratamos de sonreír siempre, a menudo nos retiramos un rato a un rincón, y lloramos de tristeza e impotencia. Pero también lloramos de rabia. Estos días, los culpables de este drama, se dan un chapuzón en la Costa Azul, saltando desde la borda de sus yates, con la complicidad imperdonable de quienes nos gobiernan; de todos ellos. Los misiles y las bombas, dejan mucho margen comercial. La muerte de inocentes también. Algún día sabremos quienes son los que se enriquecen con este negocio; con sus nombres y apellidos. Son nuestra escoria y me provocan el sonrojo de pertenecer a su misma especie. Por primera vez en mi vida he pensado que el mundo sería un lugar mejor sin ellos. Así de claro lo siento, cuando veo la tragedia que provocan en estas pobres familias inocentes.

Seguiremos todo el tiempo que podamos (ahora y en los futuros meses) junto a los más débiles. Nuestra esperanza es que puedan sobrellevar este drama con algo de compañía y comprensión. Solo es eso. Pero es vital cuando eres inocente y lo has perdido todo.

Os ruego una reflexión pausada sobre este blog y os suplico vuestro compromiso. Se vive una sola vez y disimular lo que está pasando, nos convierte en cómplices. No hace falta viajar a un campo. Desde casa, desde el trabajo, desde tu barrio: comprométete con las víctimas de este horror y ayuda a dignificarnos como personas y como seres humanos.

Un abrazo y gracias desde el campo del horror.

3 pensamientos en “Eleonas Refugees Camp. Grecia.

  1. Hola! Cómo puedo contactar contigo? Estoy en Atenas buscando para desarrollar un proyecto con una ONG madrileña y si sigues por ahí podríamos colaborar?
    Dime algo! Gracias! 🙂

    • Hola Ana! Gracias por escribir. Si te parece bien, escríbeme privadamente a marcelo@marceloabbad.com y te explico qué es lo que yo haría si ahora mismo estuviera ahí. Regresaré dentro de un mes aproximadamente. Pero ahora estoy en Barcelona, aunque sigo muy activo.
      Escribe, por favor, y te comento alternativas.
      Un abrazo y suerte! Y…gracias!

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